30 septiembre 2008

UN MAGISTRADO "MUY RELIGIOSO"

La pasada semana el diario El País destacaba, sobre el resto de los titulares de su portada, la siguiente noticia: Zapatero sitúa a un magistrado muy religioso al frente del Poder Judicial (El País, 23 de septiembre de 2008). Así leído, he de reconocer que me alarmé: ¿será obligatorio el "Ave María Purísima" para acceder a las salas de audiencias? ¿habrá que "confesar los pecados" en lugar de los delitos? De forma que continué leyendo lo recogido en la portada y lo añadido en páginas interiores (más en concreto en la p. 12): "Juez de fuertes creencias religiosas, Dívar preside ahora la Audiencia Nacional, cargo para el que fue elegido en su día por unanimidad de progresistas y conservadores", "¿Qué virtudes adornan entonces a este juez para tamaño nombramiento? Pues que siendo un hombre de profundas convicciones religiosas y pensamiento tradicional cristiano no molesta a nadie. Es disciplinado y respetuoso con el poder y tiene sentido institucional... Además, ha mostrado su talante conciliador en el caso del 11-M y su discreción es una auténtica tortura para los periodistas".
¡Menuda sorpresa!: ni rastro en la información sobre sentencias torticeramente manipuladas desde su "pensamiento tradicional", ninguna orden para investigar a nadie a causa de su inadaptación a la moral católica,... nada de nada. Bien al contrario: parece tratarse de un funcionario que desempeña con eficacia su trabajo y del que destaca su talante conciliador.
Queda de este modo en evidencia el titular de El País, en el que se entremezcla con bastante mala fe (y nunca mejor dicho) las creencias de la persona con el ejercicio público de sus funciones. Como cristiano y socialista rechazaría que en el desempeño de labores pastorales se dijera de mí algo similar a esto: "El párroco coloca a un seglar muy socialista al frente de Cáritas parroquial". Por la misma razón, rechazo la forma en que el nombramiento de Carlos Dívar fue recogido en la portada de El País y máxime cuando no está demostrado que su fe interfiera negativamente en su forma de impartir justicia. ¿Nos imaginamos titulares aludiendo al origen (Zapatero sitúa a un magistrado nacido en un pueblecito de la Sierra...), la raza (Zapatero sitúa a un magistrado de color...) o la orientación sexual de la persona (Zapatero sitúa a un magistrado homosexual...)?
Seguramente la Iglesia necesita aprender a adaptarse a la realidad de un estado laico... pero no es la única que debe hacerlo.

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